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martes, 13 de junio de 2017

Los seis principios básicos de una buena gestión empresarial en el mundo en que vivimos:



• Reclute a un grupo reducido de personas capaces de lograr lo que se han propuesto con rapidez y con la mayor calidad posible. La «ventaja comparativa» significa que habrá unas personas mejores que otras para realizar ciertas tareas, y que es preciso invertir tiempo y recursos en contratar al mejor equipo para el trabajo. Ahora bien, procure que este equipo no sea demasiado grande: la necesidad de comunicarse convertirá a cada miembro que se incorpore al grupo de entre tres y ocho personas en un obstáculo. Los equipos pequeños, son los mejores.

• Comunique con claridad cuál es el objetivo que se persigue, defina las responsabilidades de cada miembro y la situación en la que se encuentran. Cada miembro del equipo debe conocer el «objetivo del comandante» respecto al proyecto, la «razón que justifica» su importancia y las fases específicas del proyecto que están bajo su responsabilidad; en caso contrario, se arriesga a que la «apatía del testigo» haga mella en su equipo.


• Trate a la gente con respeto. Apoyarse de manera sistemática el triple ganador (reconocimiento, amabilidad y respeto) es la mejor manera de que los integrantes de su equipo se sientan valorados y de que usted se asegure de que le respetan como líder y director. Cuanto más trabajen en equipo sus colaboradores y más apoyo mutuo se den, con mayor naturalidad les invadirá el espíritu de clan, y el grupo estará más cohesionado.

• Cree un entorno donde todos puedan ser productivos, y luego deje que la gente haga su trabajo.

En buenas condiciones de trabajo se saca mayor partido de la estructura guía: ofrece el mejor equipo y las mejores herramientas de trabajo, y garantiza que el entorno potencie el trabajo que está realizando el grupo. Para impedir que la penalización del cambio cognitivo mine la energía, proteja a su equipo de cualquier distracción posible, y eso incluye la burocracia y las reuniones innecesarias.

• Absténgase de albergar expectativas poco realistas en lo que respecta a la certidumbre y la predicción. Cree un plan agresivo para completar el proyecto, pero sea consciente de entrada de que la incertidumbre y la planificación engañosa provocarán que su plan inicial sea incompleto o impreciso en varios aspectos fundamentales. Actualice su plan a medida que vaya avanzando incluyendo en él todo lo que ha aprendido por el camino, y aplique constantemente la ley de Parkinson para hallar el camino más directo hacia su objetivo, incorporando las «compensaciones» necesarias que exija el trabajo.

• Proponga medidas para ver si lo que está haciendo funciona; en caso contrario, cambie de estrategia. Una de las principales falacias de la gestión empresarial eficaz es que aprender no es necesario. Quienes así piensan dan por hecho que su plan inicial es perfecto al ciento por ciento, y que debe seguirse al pie de la letra. En realidad, es justo lo contrario: una gestión empresarial efectiva considera que planificar incluye aprender, y eso exige estar haciendo continuos ajustes.

Nunca deje de medir los resultados por medio de un conjunto de indicadores clave de la actuación : si lo que hace le parece que no funciona, experimente con otra estrategia.



Hágalo bien y su equipo será muy productivo. Hágalo mal y tendrá suerte si consigue recoger algún fruto.