La vinculación entre La Publicidad y la Psicología.

La publicidad es el terror de las Ciencias por su fama de secuestradora. 

No pide prestado, hace suyo y transforma. Todo con un solo fin: volverse más efectiva. Podríamos decir que ha mejorado su destreza de hurgar por entre las Ciencias Sociales para alcanzar aquellas fuentes de información más ricas y sustanciosas que la lleven a la anhelada efectividad. Imaginémonos la sigilosa, rondando por la oscuridad, llevándose en un saco todo lo que encuentra, para luego, con su genio de alquimista, colorearlas de difusas ideas, y guardarlas secretamente dentro de las agencias de publicidad.

Si tuviéramos que pedir, entre las Ciencias, que denuncien las intromisiones de la publicidad en sus campos, “sus raptos”, no terminaríamos el libro. Sin embargo, existe una Ciencia a la cual la publicidad le ha tomado cierto cariño y, de vez en vez, la visita para robarle aquello que necesita. Esta víctima es la Psicología. Podríamos decir que la publicidad es psicología en esencia pero disfrazada de creatividad y no nos equivocaríamos.

Los publicistas hemos raptado a Freud y a su psicoanálisis, a Pavlov y su condicionamiento, y a muchos más, que aún siguen esperando el rescate. Un rescate que ya no es posible, porque la publicidad ha raptado a la psicología para siempre, y con ella a las fuentes de la psique
del hombre.

Esta exageración literaria no es absurda, en los últimos años el apoyo de la psicología ha nutrido a los publicistas para comprender al consumidor, y llegar a él rápidamente. Es importante, desde luego, conocer cuáles han sido las víctimas de la publicidad dentro del campo psicológico, y liberarlas “sin soltarles las esposas” a un reconocimiento de trabajo en el cautiverio dentro de un campo diferente.

“la publicidad salió de caza por primera vez. Su olfato le decía que su presa estaba cerca, sus sentidos lo acariciaban, podía distinguir en el aire el peso, el tamaño y los deseos de su victima. El lugar era perfecto, oscuridad, silencio y ronquidos. Como a una fiera le brillaban los ojos y babeaba con deseo. Su víctima no demoraría demasiado.



Wundt salió unas horas después. Vestía con un sacón largo, marrón oscuro, llevaba consigo un file grueso rebozante de ideas. Buena carnada. La publicidad agitó su respiración, sus pasos aplastaron el silencio de la calle y empezó la cacería. Por más que la presa intento liberarse de sus fauces, sus colmillos ya lo habían atravesado y ambos supieron que todo había terminado…


Es así que el estructuralismo de Wilhelm Wundt, fue el primer rehén. Éste que se encontraba preocupado en utilizar métodos para descubrir las leyes naturales que rigen la mente humana, y así hallar las unidades básicas del pensamiento, empezó observando el proceso, en virtud del cual, creamos patrones significativos a partir de estímulos sensoriales. Además, buscaba desligar los átomos del pensamiento. Para hacerlo, se adiestró en el arte de la introspección objetiva, observando y anotando sus percepciones y sensaciones. Gracias a estas circunstancias fue capturado por la publicidad.

La publicidad decidió en ese momento que el estructuralismo le serviría para encontrar los estímulos sensoriales en las marcas y así poder vender el producto utilizando los sentidos del consumidor, haciendo más atractivo el mensaje. No contento con ello, pensó que los átomos del pensamiento serían fundamentales y les modificó el nombre a variables psicográficas. Por último, el estructuralismo de Wundt fue confiscado dentro del campo publicitario y no ha podido liberarse hasta nuestros días.

Debemos comprender con estas metáforas, que la relación entre publicidad y psicología ayuda a crear mejores anuncios, mensajes con contenidos y reacciones positivas del consumidor con la marca. Es por ello, que el rapto de teorías psicológicas es válido y hasta cierto punto necesario.


Fuente: El Insight en el Diván

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